domingo, 22 de julio de 2012
Poesía I
Casi como al descuido
veía la nívea suavidad de piel
latiendo,
deseos superpuestos de atardeceres fulgurantes
los convierten en uno sólo,
en un desbarranco de abrazos
oyeron la voz interior,
un imponderable se sensaciones contenidas
y esa voz que seguía, persistente,
sublimando un paisaje cálido
un paisaje único y privado
de pasiones enhiestas,
de deseos únicos
tal vez comienzo
tal vez final
pero siempre
eternamente presentes
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