Corría agosto de 1986 y un grupo de rebeldes de toda laya nos juntamos para pedir por la separación de la Iglesia del Estado, considerábamos que al tratarse de la religión, de un aspecto de la fe depositada por un ser humano en un ser trascendente debía estar alejada de intereses económicos, que debía velar por la salvaguarda espiritual de sus fieles y no imponer una moral al resto de la sociedad que no compartiera dicha fe. Esa manifestación, pequeña, heterogénea conformada por grupos anarquistas, punks, informales y alguna que otra corbata no llegaba a doscientas personas manifestando su idea, su punto de vista, lo que creíamos que era vivir en democracia; nos duró poco la permisividad policial del momento, amparados en lo "obsceno" de unos muñecos que habíamos llevado para la ocasión sirvieron como incentivo para la dispersión a punta de garrote policial de los que allí nos habíamos congregado.
Lo anterior es anecdótico pero expresa dos miradas para interpretar lo social, la realidad y su devenir; tratando de no caer en dualismos y "tocando de oído" en la filosofía, tenemos una posición que justifica la permanencia, la inmutabilidad de las cosas (Parménides) y otra que nos habla del devenir, del cambio constante que va delineando la misma historia de la humanidad (Heráclito). Esta tensión entre lo nuevo que pugna por nacer y lo viejo que se aferra por mantenerse están en lucha permanente redefiniendo el ámbito de lo social, ya que inclusive lo muerto pervive y moldea la conciencia de los vivos.
Estamos tratando de hablar sencillamente del tema de las libertades y derechos sociales; la libertad, decía un luchador como Bakunin, lejos de terminar donde comienza la libertad de mis semejantes se amplía en la medida que se amplíe la de los demás, por ello la lucha debe ser por apoyar la demanda de nuevos derechos o libertades, el apoyo a las minorías de cualquier índole. En la diversidad y ampliación de derechos y libertades radica el ejercicio de una verdadera democracia popular, y esto es movilidad, es cambio. Si en aquellos lejanos años creíamos que nuestras manifestaciones iban a ser escuchadas y tal vez concedidas graciosamente por el poder de turno, pronto nos dimos cuenta que sólo la lucha constante, difícil y ardua es la que puede hacer avanzar a las sociedades al logro de nuevas libertades y derechos, aún cuando en el camino se interpongan los adoradores de Parménides para tratar de cerrar toda posibilidad de cambio con argumentos cada vez mas pueriles e insustanciales.
2 comentarios:
gracias Roque por acercarte a mis locurrencias... por acá pasando, leyendo un poco...
Un abrazo
Carina
Me encantó Roque. También te dejé un mensaje en La Coop.
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