Crecimos acostumbrados a pensar que la historia, cuando tiene tintes liberadores, pasa en otros lado. Cuando nos roza a nosotros inventamos una serie de excusas para minimizar su impacto y hacer aparecer esos hechos como meras casualidades que no pueden ser propias de un pueblo que, evidentemente, necesita de cierta "guía intelectual"; una especie de vanguardia vista desde la derecha en la que se mezcla el cholulaje, el farandulismo y la antipolítica que muchos lucen con orgullo.
Quizás esta descripción sea muy cercana a lo que representó el menemismo, gobierno que, para la vanguardia de la derecha, estaba reescribiendo la historia de la misma forma que lo hicieron los militares golpistas del 76. Es evidente que hubo una reformulación de las relaciones sociales vigentes hasta 1975 y que, vía Rodrigazo, Golpe de estado, Hiperinflación, menemismo y delarruísmo mediante definieron un nuevo patrón de crecimiento basado en la exclusión social.
Cada uno de estos momentos fueron erigiendo un muro de ocultamientos, mentiras, tergiversaciones y destrucción que aún hoy cuesta desmantelar.
No es menor, cada medida tomada durante la dictadura debe ser ahora desmantelada desde su aprobación en el Congreso con las trabas y consecuencias conocidas. Como ejemplo tenemos la Ley de Medios tan combatida dentro del Palacio Legislativo como vapuleada a través de medidas cautelares que hayan jueces proclives a las necesidades de los medios concentrados.
No obstante, creemos estar asistiendo a un nuevo tiempo cultural y político sin precedentes en el cual ese viejo Muro empieza a resquebrajarse, no todas son verdades aceptadas a ojos cerrados, se discute, se investiga y se hace la luz sobre oscuras maniobras de tiempos aciagos.
Cultura, política, juventud y tecnología se están dando la mano en un sentido reivindicativo y liberador mientras se despeja la bruma del espanto y la desinformación de tantos años de exclusión social.
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